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EXPOSICION | Museo del Diseño
A Charlote Perriand le encantaba fotografiar a personas sentadas, tanto si tenÃan un asiento adecuado como si lo improvisaban. Con estas instantáneas, estudió sus posturas y su forma de lidiar con el entorno para aplicar las conclusiones a sus diseños de sillas, sillones, taburetes y taburetes.
Asà es como el diseñador francés, fallecido en 1999, logró crear algunos de los asientos más famosos y cómodos del siglo XX. Estos muebles se exhiben estos dÃas en el Museo del Diseño de Zúrich como parte de una exposición retrospectiva sobre el discÃpulo más talentoso de Le Corbusier.
En 1927, con tan solo 24 años, Perriand se incorporó al estudio de Le Corbusier, el suizo que revolucionó el mundo de la arquitectura moderna. Con él trabajarÃa codo con codo durante una década. Junto al propio maestro suizo y Pierre Jeanneret diseñó varios muebles que hoy son iconos en la historia del diseño. Se hicieron muy famosas sus sillas con estructura de tubo de acero cromado, un elemento muy común en la actualidad pero que en su momento rompió moldes. Entre estos asientos destacan la 'chaise longue basculante', de 1928, o 'La silla giratoria' (1927).
Aunque se hicieron realidad hace siete u ocho décadas, muchas de estas piezas todavÃa se fabrican hoy porque no han perdido ni un ápice de su contemporaneidad. Según el comisario de la exposición, Andreas Janser, el éxito inquebrantable de Perriand a lo largo del tiempo se debe al uso de formas tan simples como expresivas, y a la ligereza de sus diseños, que supo adaptarse a la creciente movilidad de personas en ese momento. moderno.
A mediados de los años 30, el joven creador ya habÃa logrado hacerse un hueco en un mundo dominado por los hombres. Era el momento de explorar otros horizontes. Llevada por su fuerte compromiso polÃtico con la izquierda, Perriand se apartó del glamour que rodeaba los diseños de Le Corbusier y montó su propio estudio, creando muebles con materiales más baratos, como la madera, que permitÃan reproducirlos en serie. Sus taburetes de tres patas cortas y redondeadas, de estilo muy infantil, han sido copiados hasta la saciedad y, hoy en dÃa, se pueden encontrar ejemplares similares en tiendas de muebles de todo el mundo.
La relación de Perriand con la fotografÃa siempre fue cercana. SolÃa ​​dar paseos por bosques y playas, acompañada de su pareja Pierre Jeanneret y Fernand Léger, en los que buscaba restos dejados por la naturaleza, que retrataba y utilizaba como notas de trabajo e inspiración para sus diseños. En las formas orgánicas de huesos, ramas, piedras, Perriand podÃa ver las patas de sus mesas o el respaldo de sus sillas.
Pero pronto vio en la fotografÃa un medio de expresión per se. Sus macro montajes con imágenes alcanzaron la cúspide de su popularidad cuando en 1936, el ministro de Agricultura, Georges Monnet, le pidió que transformara la sala de espera del Ministerio en una manifestación propagandÃstica sobre sus reformas agrarias. Perriand, que compartÃa las mismas ideas, se puso a su servicio. Terminó cubriendo las paredes de la sala del siglo XVIII (hasta entonces redecorada con estuco) con un gigantesco foto-collage que cubrÃa las paredes de piso a techo. El mensaje era claro: las duras condiciones de los campesinos en el campo pueden cambiar con el progreso técnico. Un mural ideal para vender la reforma agraria que planeaba Monnet.
Después de algunas primeras incursiones con la URSS, se dio cuenta de que el modelo soviético no funcionaba y se acercó a posiciones algo más alejadas del comunismo. Para el popular 'Salon des Arts de Ménager', también de 1936, el Gobierno lo encargó nuevamente. Realizó un fotomontaje de 9 x 13 metros con el que querÃa que el medio millón de visitantes del Grand Palais afrontaran las pésimas condiciones de vida que también existÃan en ParÃs y que el nuevo Ejecutivo estaba dispuesto a cambiar.
El tamaño de las imágenes, la superposición de mensajes y el uso de estadÃsticas simples convirtieron su ideologÃa en narrativas visuales realistas y comprensibles, aptas para todos los públicos.